como dinamita volaba hacia la escuela
llevando un maletín de marroquín
abría mi libro de Literatura
y la maestra nos hacía leer
Canto coral a Túpac Amaru
toda la clase de aquel colegio de obreros
en La Victoria
cargábamos el poema a todos lados
llenándonos de versos la boca
a golpes nos dábamos con los policías
que venían a reprimirnos en las huelgas
cuando el Estado quería quitarnos el pasaje escolar
y esto fue cuando acabé el colegio y entré a San Marcos
me llevaron a un cuartel militar en calidad de detenido
es ahí que les recité el Canto coral a Túpac Amaru
ellos me pusieron de cabeza
pero yo les recité de nuevo el Canto coral a Túpac Amaru
pero nada detenía mi recital
me patearon con sus botas
golpes en mis pómulos
clavos en mis costillas
y yo terco o loco
seguía recitándoles el Canto coral a Túpac Amaru
hasta que cansados ellos de mi tesitura
me coronaron con laureles rojos
escupiendo decían “qué excelente poeta eres”
pero yo les dije que no era poeta:
“solo recito a Alejandro Romualdo
que vive muy solo hace años en su casa de San isidro”
pero la libertad ya no era la misma
porque me vi en el centro de una plaza
boca arriba mirando el infinito
boca arriba con los ojos en blanco
los periódicos decían que encontraron muerto
a Alejandro Romualdo
yacía en su casa de la calle Ernesto Plascencia
lo habían golpeado
lo habían masacrado pero no le llegaron a sacar
sus sueños
el poeta seguía gritando LIBERTAD
sobre la tierra