Soledad de Dos
sin que ella se diera cuenta
ella de espalda a mí su cabello recibía la luz de la calle
que entraba por la ventana
yo la miraba largamente y a veces lloraba
otras veces besaba sus cabellos
y todo aquello sin que ella se diera cuenta
respiraba la piel de su clavícula sin hacer ruido
colocaba mi brazo por su cadera ella se movía un poco
flexionaba una pierna o movía ligeramente la cabeza
emitiendo un gemido
como de aves blancas
ella dejaba que yo hiciera todo lo posible
para salvarme de mi naufragio
con la única condición
de que no la despertara
y así era hasta el amanecer yo llegaba a la bahía
y desde ahí con el sonido del agua
la veía alejarse sin prometerme nada
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