sábado, 10 de julio de 2021

Esquirlas (2019)


 

Big Bang
 
 
Eielson platica con su exilio celestial tal como lo concebían los Románticos en la representación de un espíritu insanto, un claustro a la vez colectivo, un film fundacional. La poesía tiene una prótesis sin la cual no puede andar en una ciudad como Lima, en su esplendoroso invierno de alaridos metálicos que oímos cuando viajamos en bus o caminando por imantadas veredas, efectivamente, tantas veces mentado por la poesía. Pero ¿qué diálogo sordo se entabla aquí? La poesía es un perpetuo tránsito. Y yo pensaba que la década del 90 era una época de cambios, transiciones sin culpas; sin embargo, esas vertiginosas traslaciones de paradigmas, de sensibilidades y de poder, siguen cambiando sin cesar. El tiempo es movimiento repetitivo, con fugas, nada permanece estático. Poesía de pléyade plegable y dable para un corte cortazareanamente enajenable, constituida por fragmentos móviles, conceptos desarmables, como si William Burroughs hubiera sembrado sus ácidas pastillas y se sentase a ser testigo de estas horas al compás del apocalipsis del lenguaje. Y el lenguaje es un cardumen pulimentado que nada en los grandes temas destruidos, sumergidos en esta posModernidad que se mueve virtualmente a la velocidad de una luz no de las embarcaciones de Baudelaire o Rimbaud sino de satélites y naves transreales que constituyen nuevas constelaciones encima de este manto gris limeño. Los poemas son enfrentamientos en una ciudad de fantasmas lumpenescos, de espectros sórdidos: niñas malas y ángeles caídos en el jardín de los cherries. El poeta, entonces, transita estas calles hacia el papel en blanco de Eielson, donde la poesía está callada pero escuchando (con audífonos) a Amy Winehouse, un collage urbano que produce un diálogo con un entorno ahistórico, un fatum que nos remite – visceralmente – a tiempos antiguos de luchas intestinas, de poderes encontrados, de visiones grotescas, representadas en figuras precolombinas, donde lo humano y lo sacro se fusionaban, donde se unía la mística, la épica y la sexualidad. Son conflictos que hasta el día de hoy siguen estampando imágenes en el inconsciente colectivo y en lo que escribo desde 1987.

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