El Muro
no hay dolor
que no sea un paraíso
o ciudad extraviada de poetas
estancias de vagabundos y plazas
habitaciones de buses y trenes
tampoco el cuerpo tirado en la noche
solitario baúl echado de un naufragio
de migrantes campesinos obreros
canciones aprendidas en la infancia
el dolor nos
mantuvo unidos
unos segundos después de la luz nuclear
luego de que el pájaro cantara en su rama
su amor brotó de una tienda de marroquíes
al nublado cielo de siluetas de fábricas sombrías
un invierno era
derrotado por un mechero
nuestros pasos iban en círculos
(la redundancia del vacío se hacía dios)
peregrinaje de hormigas negras
masticando la mala hierba
yo era mi cuerpo y mi cuerpo era el invierno
calles que apuñalaban por atrás
moribundos hostales donde asomaban
los condenados a la muerte
la pena capital de una culpa en un ghetto
porque toda muerte
es historia
y la historia se alimenta de sangre
y era la voluntad del poder
la determinación de un cielo repetido cada década
una reescritura manchada de inefables dioses
pero solo Hölderlin hablaba con los dioses
nosotros solo recogemos cosas perdidas en la playa
pequeños objetos que esperamos tengan significado
el brillo del lenguaje en un cuadro del Renacimiento
(vivir es
exiliarse
escribir es salir del exilio)
han pasado siglos de matemáticas
la velocidad del ojo atraviesa lo divino
no lo ve
un beso de Medusa determina la quietud
de toda escritura
¿y la guerra predeterminada?
toda guerra es perdida
todo amor es ecuación
no cabe duda que la cinematografía
está desprestigiada
o es la voluntad de fenecer en la imagen
de un caracol tirado en la arena
que apenas puede guardar su mito
su canto en un tono menor del siglo XVII
restos deshechos
una peluquería una cafetería una boutique
durante años se
inoculó sangre a una ciudad
las fauces de los potros daban aliento
a las fiestas
el Poder decretaba qué era la felicidad
daba sentencias
fusilaba por atrás del muro
una luna con soldados
con bruñidos ángeles emborrachándose
sin noción de quién había ganado la guerra
la forma de la
historia tiene la intensidad
de la locura
el exterminio es un lenguaje austero
la misión del poeta es escrutar
la insania voraz del tiempo
(el delirio perdido de su noche dejó
una llave en la puerta de un poema absurdo
su huella digital fue un crimen perfecto)
el Tiempo es una
canción de Pink Floyd
dura como ocho minutos
el Tiempo se mide por el gozo
o por el dolor
su escritura es un afluente del río Neckar
donde el poeta alemán hablaba con los dioses
“tocado por Apolo”
y la cimiente de su herida se perfilaba
como cisnes que no hablaban
otro idioma que el del dolor
dolor de niño abandonado
dolor de prostituta enferma
dolor de ilegal arrinconado
en la frontera de un país o un muro
en cada intento de
cruzar
un corazón se plasma en el muro
es la forma real de la realidad
la dimensión de los planetas alrededor del dolor
el poeta pensó que había amado a Diótima
pero la muerte es la pregunta
que lo cuestiona todo
y abre el invierno con hojas para escribir
y ahí responder algo que ya no existe
que fue
y el resto del tiempo es divagar en cafés y bares
(Martín Adán se sentó a beber
en una weinkeller del centro)
la locura brotó de
los árboles
en los ojos de Hölderlin
vio a poetas que vendían su última palabra
por relámpagos de cisnes muertos
las estadísticas dicen que más morimos de amor
pero eso también es mentira
una farsa
una pantomima
saber que el lenguaje no es confiable
permite creer en el Arte
que no sea un paraíso
o ciudad extraviada de poetas
estancias de vagabundos y plazas
habitaciones de buses y trenes
tampoco el cuerpo tirado en la noche
solitario baúl echado de un naufragio
de migrantes campesinos obreros
canciones aprendidas en la infancia
unos segundos después de la luz nuclear
luego de que el pájaro cantara en su rama
su amor brotó de una tienda de marroquíes
al nublado cielo de siluetas de fábricas sombrías
nuestros pasos iban en círculos
(la redundancia del vacío se hacía dios)
peregrinaje de hormigas negras
masticando la mala hierba
yo era mi cuerpo y mi cuerpo era el invierno
calles que apuñalaban por atrás
moribundos hostales donde asomaban
los condenados a la muerte
la pena capital de una culpa en un ghetto
y la historia se alimenta de sangre
y era la voluntad del poder
la determinación de un cielo repetido cada década
una reescritura manchada de inefables dioses
pero solo Hölderlin hablaba con los dioses
nosotros solo recogemos cosas perdidas en la playa
pequeños objetos que esperamos tengan significado
el brillo del lenguaje en un cuadro del Renacimiento
escribir es salir del exilio)
han pasado siglos de matemáticas
la velocidad del ojo atraviesa lo divino
no lo ve
un beso de Medusa determina la quietud
de toda escritura
¿y la guerra predeterminada?
toda guerra es perdida
todo amor es ecuación
no cabe duda que la cinematografía
está desprestigiada
o es la voluntad de fenecer en la imagen
de un caracol tirado en la arena
que apenas puede guardar su mito
su canto en un tono menor del siglo XVII
restos deshechos
una peluquería una cafetería una boutique
las fauces de los potros daban aliento
a las fiestas
el Poder decretaba qué era la felicidad
daba sentencias
fusilaba por atrás del muro
una luna con soldados
con bruñidos ángeles emborrachándose
sin noción de quién había ganado la guerra
de la locura
el exterminio es un lenguaje austero
la misión del poeta es escrutar
la insania voraz del tiempo
(el delirio perdido de su noche dejó
una llave en la puerta de un poema absurdo
su huella digital fue un crimen perfecto)
dura como ocho minutos
el Tiempo se mide por el gozo
o por el dolor
su escritura es un afluente del río Neckar
donde el poeta alemán hablaba con los dioses
“tocado por Apolo”
y la cimiente de su herida se perfilaba
como cisnes que no hablaban
otro idioma que el del dolor
dolor de niño abandonado
dolor de prostituta enferma
dolor de ilegal arrinconado
en la frontera de un país o un muro
un corazón se plasma en el muro
es la forma real de la realidad
la dimensión de los planetas alrededor del dolor
el poeta pensó que había amado a Diótima
pero la muerte es la pregunta
que lo cuestiona todo
y abre el invierno con hojas para escribir
y ahí responder algo que ya no existe
que fue
y el resto del tiempo es divagar en cafés y bares
(Martín Adán se sentó a beber
en una weinkeller del centro)
en los ojos de Hölderlin
vio a poetas que vendían su última palabra
por relámpagos de cisnes muertos
las estadísticas dicen que más morimos de amor
pero eso también es mentira
una farsa
una pantomima
saber que el lenguaje no es confiable
permite creer en el Arte
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